Libertad Verdadera

Deuteronomio 11:1-32

He aquí, hoy pongo delante de ustedes una bendición y una maldición: la bendición, si escuchan los mandamientos del SEÑOR su Dios que les ordeno hoy; y la maldición, si no escuchan los mandamientos del SEÑOR su Dios, sino que se aparten del camino que les ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no han conocido.
 

Investigadores sociólogos han descubierto que “para los estadounidenses la libertad era quizás el valor más importante.” La “libertad moderna” se expresa así: Soy libre si puedo hacer lo que quiera. En este país el único rey que queremos es el Burger King porque guarda esta libertad sagrada diciendo: “Como tú quieras.” Asumimos que la libertad es la ausencia de restricciones sobre las decisiones. Si pensamos del inicio de los estados unidos, la guerra para nuestra independencia en el siglo 18 el motivo fue para liberarnos del rey de Inglaterra y sus restricciones. En lugar de tener a un rey gobernándonos, según el presidente Abraham Lincoln este país tiene un “gobierno de la gente, por la gente y para la gente.”

Si pensamos que esto no afecta nuestros pensamientos y relación con figuras de autoridad, estamos ciegos. Esta idea de la libertad sin restricciones para hacer lo que yo quiera es parte del ADN de los estadounidenses, y hoy día de todas culturas occidentales.

Esto afecta nuestra perspectiva sobre el matrimonio. Muchos lo evitan porque se considera una esclavitud. Afecta nuestra perspectiva sobre nuestro género sexual. No importa lo que dice mi biología, soy libre para decidir para mi mismo. Afecta la crianza de nuestros hijos. En lugar de disciplinarles y guiarles hacia un buen destino, nuestro papel es abrir puertas para que ellos escojan lo que quieran. Afecta también nuestra perspectiva sobre la religión. Hoy día la pregunta no es, ¿cuál religión es más verídica en sí?, sino, ¿Cuál religión es verídica para mí mismo… es decir, cual religión cuadra bien con mis propios pensamientos y sentimientos? Podríamos enumerar miles de cosas afectadas por este pensamiento.

Esta es la cultura en que nos encontramos. ¿Cómo dice Dios de todo eso? ¿Cómo debemos responder nosotros?

En este pasaje (Deut. 11) vemos que la libertad bíblica no es la libertad moderna. No es la eliminación de todas restricciones. Mas bien, la libertad bíblica es la sumisión a las restricciones buenas de nuestro Dios. Esta libertad, según Dios, es más libertadora que la libertad moderna.

Podemos decir que Dios estaba poniendo delante de ellos la opción entre sumisión al Rey absoluto, Dios mismo, o la autonomía, sumisión a nadie sino el yo mismo. 

Para gente occidental, esto parece como decisión fácil. Asumimos que la autoridad y restricciones nos roban de libertad. Pensamos de nuestros antepasados, como George Washington, que lucharon para liberarse del rey de Inglaterra y sus restricciones absurdas. Pero los israelitas tuvieron otro paradigma para la libertad. Tuvieron el Éxodo.

Moisés les recuerda del Éxodo en versículos 2-4. Dios había rescatado a ellos de la esclavitud en Egipto. En el Mar Rojo el SENOR había destruido al Faraón y su ejército que los perseguían. Los israelitas no levantaron ni un dedito para ganar su libertad del Faraón. Además, Dios los sacó de la autoridad opresiva en Egipto para que se sometieran a su autoridad libertadora en la tierra prometida.  No fue una liberación de todas restricciones para formarse en “un gobierno de la gente, por la gente, y para la gente,” sino fue liberación de un rey malo para sujetarse a un Rey bueno.

Para los israelitas, y según la palabra de Dios, esta es la libertad ideal. No es la eliminación de autoridad y restricciones, sino es vida bajo autoridad y restricciones buenas.

Por recordar a los israelitas del Éxodo Moisés estaba mostrándoles cual tipo de Rey podían servir. El Rey que disciplina, que instruye, que tiene reglas sabias y buenas. Sumisión al SENOR del éxodo es la libertad bíblica. 

En Cristo, tenemos algo mejor que el Éxodo de Egipto. La historia de su cruz y su resurrección nos ha liberado de la esclavitud al pecado y la muerte. Pero nos rescató con el propósito de sujetarnos a su autoridad y sus restricciones. En Cristo ahora somos "esclavos a la justicia" (Rom. 6:19), y somos libres para seguir su "ley de libertad" (Santiago 1:25). 

Que mostremos gozo y gratitud por nuestra libertad verdadera con nuestra obediencia al Rey Jesus. 

AMEN. 

Taylor Kern